Metal quemado y sobrecalentado - Tratamientos termicos de metales
La aplicación de altas temperaturas para los tratamientos expuestos en los anteriores posts tiene el riesgo de poder sobrecalentar o quemar el metal. En ambos casos (en el segundo mucho más que en el primero), la resistencia y ductilidad del metal bajan considerablemente, y puede decirse que los metales no pueden ser utilizados en semejante estado. Lo primero se produce como consecuencia del crecimiento de grano, y ya hemos vasto que tiene fácil corrección si el metal presenta transformaciones mediante un recocido de regeneración. De no ser esto posible, por carecer de transformaciones el metal, será preciso, para salvar el material, someterlo a una deformación plástica que, provocando acritud, nos permita, mediante un recocido contra-acritud, provocar la recristalización del metal y obtener una estructura fina.
El metal quemado no tiene en cambio remedio posible. La quemadura de un metal se produce debido a que. por la alta temperatura del calentamiento excesivo, se pueden llegar a fundir o a oxidar los contornos de los granos del metal. Ello sucede porque las impurezas de bajo punto de fusión (que muchas veces se presentan en forma de eutécticas entre la impureza y el metal base y, por tanto, funden a más baja temperatura) se acumulan en los contornos de los granos, sea porque su carácter de eutéctica tiene esa tendencia (constituyente matriz) sea simplemente como consecuencia de la segregación. Ello da lugar a que aun cuando operemos a temperaturas inferiores a la de fusión del metal, podemos rebasar la de fusión de estos contornos impuros, o simplemente aproximarnos tanto a su temperatura de fusión que se produzca una fuerte oxidación. En ambos casos, el material queda totalmente destruido, pues habrá perdido su cohesión intergranular.
Cuanto más impuro sea el metal y mayor la segregación, mayor peligro de quemadura presenta y mayor cuidado deberemos tener en los posibles sobrecalentamientos para que no se produzca la quemadura.